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Armonía y coordinación entre todos los elementos y agentes que intervienen en la acción apostólica en bien de los hombres. Una tarea o acción descoordinada, individualista o interesada para conseguir objetivos particulares, no responde al mensaje de Jesús ni beneficia a la vida de la Iglesia.
Sobre todo es el mandato misional de "ir por todo el mundo" el que rige la necesidad de una conjunción de acciones, de una coherencia y de una coordinación de fuerzas, servicios, tareas y objetivos pastorales. Para ello es preciso renunciar a los propios gustos o intereses, lo cual es la primera exigencia de la Evangelización. La ley de la pastoral de conjunto la dio en la aurora del cristianismo el "Apóstol del os Gentiles", Pablo de Tarso: "Yo planté y Apolo regó, pero es Dios el daba el crecimiento... Ni el que planta significa nada ni el que riega, sino quien da el crecimiento. (1. Cor. 3. 4-9)
En los ambientes pluralistas, o cuando se producen rápidos procesos de descristianización de una sociedad o ambiente, la pastoral de conjunto debe primar sobre cualquier otro estilo o preferencia en el anuncio del Reino de Dios y el trabajo de sus mensajeros.
Especialmente la catequesis, tanto la parroquial y la escolar como la que afecta a otros niveles, es la plataforma de despegue de buenos planes de conjunción pastoral. A los catequistas corresponde el trabajar para que todos los agentes pastorales se integren en un objetivo común. No en vano ellos trabajan ordinariamente con los niños y jóvenes y son estos catequizandos los que más fácilmente suscitan la unión de los corazones.
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